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Canon 1. Parte 1.

No eran muchas las pertenencias que teníamos, todo lo nuestro cabía en unas cuantas cajas en el auto de mamá. Todo lo que se podía describir como moviliario: camas, sillas, mesas, cocina, refrigerador, televisión, entre otras tantas cosas que hacen a las casas ser casas las dejábamos atrás. Cerré con fuerza la puerta del maletero y vi cómo mamá cerraba la puerta de la casa con llave, abrió el auto para sentarse en el asiento del conductor y antes de entrar me miró, ambas dirigimos la mirada por última vez a la construcción que había sido nuestro hogar por algunos años, probablemente los años que habíamos vivido más tranquilas, según los recuerdos de mamá, puesto que en los míos si bien aquellos inicios turbulentos y complicados existían se perdían entre tinieblas, lo que invadía con frescor eran justamente esos últimos años. Nos subimos a nuestro pequeño Susuki, pasamos dejando las llaves a la corredora de propiedades y emprendimos nuestro largo viaje.

No tenía grandes amistades, una o dos niñas a las que les dirigía la palabra, con las cuales interactuaba para no enloquecer, eran las víctimas de mis constantes mentiras, eran las que sabían algo de mí. A los ojos de ellas lo que teníamos era una amistad muy básica, y considerando que eran las únicas personas que habían demostrado algo de interés por mi consideré pertinente avisarles que me mudaba bastante lejos de ahí. Mamá dejó el trabajo sin mayores problemas pero nos llevamos una sorpresa cuando tanto el jefe como sus compañeros tuvieron la atención de hacerle una pequeña despedida.

Mi madre guardaba la esperanza de estar dejando atrás días de tranquilidad y seguridad que habíamos logrado por unos mejores, al menos apostaba a que estando entre los nuestros lograríamos más vida social, le preocupaba sobretodas las cosas: yo.

Ya todo empezaba con el pie derecho, si bien nos habían dado la seguridad de que al llegar tendríamos una casa con todo lo que necesitabamos instalado sin costos extras, siempre cabía la duda y el temor de que no fuese así. Con la venta de la casa amueblada, todo en buen estado, tenemos lo suficiente para estar varios meses por si las cosas van mal.
Estoy convencida que una de las cosas que más contribuyen al estado de ansiedad que logro percibir en mi madre es la incorporación a una manada. Para mi es algo nuevo, me he criado como solitaria, pero para ella haber aceptado incorporarse a un grupo nuevamente ha implicado una lluvia de recuerdos que la han tenido levemente alterada estas semanas.

-No seremos las únicas -dije en voz alta.

-No, pero hay manadas enteras que han aceptado mudarse y formar parte de esta comunidad

-Eso, no es normal, cierto ?

-No, según lo que yo recuerdo, -su boca hizo una mueca- pero a veces, hay nuevas normas, según las necesidades, después de todo hay que hacer valer la primicia de mantener sana y salva a la manada por sobretodas las cosas, hacia...

-...hacia allá deben apuntar las decisiones. -terminé interrumpiendo a mi madre. Sí, me lo había repetido miles de veces, no sólo relatándome sus recuerdos, sino también en el día al día, el criterio para tomar las decisiones era ese.

-Bueno, somos solitarias hace mucho, sabes que te he entregado toda la educación que he podido tanto de instinto como del conocimiento que tengo..

-Tranquila, confío en tu instinto, siempre nos ha ido bien, si hicimos esta elección, es porque debe ser la correcta -me devolvió una sonrisa reconfortante, en sus ojos logré ver cómo se asomaba un oleaje de tranquilidad, su semblante cambió y a los pocos minutos su cuerpo había adoptado una posición más relajada al volante.

-¿Estás nerviosa?- me preguntó después de unos minutos.

-No sabría decirte.. pero creo que sí

-Todo esto es nuevo para ti... -dejó un suspiro sin terminar en el aire-... tengo que conversar contigo- aquellas palabras me sorprendieron, si su inquietud se debía a que tenía algo pendiente que decirme y no al nerviosismo de lo que nos esperaba en las próximas horas, significa que estaba bastante equivocada suponiendo los pensamientos de mi madre, como no contesté rápidamente, siguió hablando - estoy muy nerviosa y ansiosa por lo que suceda en las siguientes horas y en los siguientes días...

-Mamá...

-...quiero que sepas, que las cosas no cambian entre nosotras, seremos el mismo equipo que hemos sido hasta ahora, hija, eres mi prioridad, si esto no funciona hay más opciones, tengo un poco de temor por que te asustes, aprenderás muchas cosas nuevas, quiero que sepas que, estoy orgullosa de quien eres, de cómo eres, confío en tí y te amo. -me había quedado sin palabras, claro que sabía todo eso, pero siempre es un acuerdo tácito de afecto el que transmite todas aquellas sensaciones y aunque mi madre solía recordarme todo aquello con frecuencia, no lo esperaba en ese momento, así que sonreí y suspiré, las siguiente palabras me sorprendieron un poco más - Tengo miedo por los temores que tu puedas tener - giré mi rostro para mirar su perfil, tenía los ojos atentos a la carretera que mostraba un camino despejado- Hija, te he hablado poco al respecto pero cada vez que lo pienso me doy cuenta que talvez la experiencia que vivas sea más fuerte de lo que pensaba. No es sólo incorpararte a un grupo y respetar normas, es aprender tu rol dentro de ella...

-No entiendo hacia dónde vas, esto ya lo habíamos conversado.

-Sí, pero para serte sincera, no quería admitir que me preocupa que nuestra vida social, bueno.. tú vida, cambie bastante.

-¿Puedes ser más clara?, es decir, esa es una de las razones por las cuales venimos.

-Sí, pero.. que un grupo de jóvenes machos te pretendan no es una de mis ideas favoritas, -dijo entre medio de un risa que se le escapaba entre los labios- aunque sé que cuando pienso eso, es la madre sobreprotectora que llevo dentro quien habla, por que sabes que en la práctica soy diferente... deben ser los nervios y saber que cada minuto que pasa nos acercamos más.

No pude evitar reírme, mi risa contagió a mi madre quien pronto las había convertido en carcajadas, cuando logró respirar rítmicamente otra vez tuve el valor para decir:
-También estoy nerviosa, pero te tengo a ti y aunque me da bastante verguenza el tema, espero no dudar cuando te necesite.

La última bifurcación del camino estaba frente a ellas, Vivian había bajado la velocidad, suavemente tomó la ruta que indicaba el letrero indicando el camino para llegar a Gorou estaban a quince minutos de cruzar la entrada del pueblo, le pidió a Galia que buscara en su bolso la carta con las indicaciones correspondientes.

Un enorme portón con altas columnas laterales daba la bienvenida a quien deseaba entrar a la villa, se escondía hacia el lado izquierdo la caseta del portero que como todos, estaba sentado con una pequeña televisión prendida.

-Buenas tardes, -saludó amablemente el guardia.
-Buenas tardes, buscamos a Alioth, de parte de Vivian Gnus.
-Un momento porfavor -tomó el auricular y después de unos pocos segundos nos contestó- pasen por favor, la casa 4 de la sección A los espera la señorita Ania -después de pasarnos un pequeño mapa de la villa nos levantó la vara de seguridad.

Abrí el mapa mientras mamá conducía lentamente. El plano mostraba cinco subsectores de la letra A a la E. Lo suficientemente ordenado y bien diagramado como para encontrar la casa 4 de inmediato, así que nos dirigimos por las pocas calles que había que recorrer para llegar a la misma.

En las pequeñas escaleras de la entrada nos esperaba una joven, se levantó al vernos y se acercó a la ventana del conductor.

-Hola, soy Ania -estiró la mano que mamá estrechó- pueden estacionar su auto aquí mismo, Alioth llegará en unos minutos espero no les incomode esperar, las invito a la pequeña terraza que tenemos, -decía mientras señalaba hacia la izquierda de la casa- les ofrezco algo para tomar?

No quedó de otra que aceptar la invitación, por otra parte estirar las piernas brevemente y un refresco no venía mal después de tan largo viaje.

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Espero se animen a comentar esta primera parte del primer capítulo. Estoy ansiosa por saber si les va gustando :)


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