La luna no estaba completa, pero eso no evitaba que la energía electrizante de los jóvenes se dejara sentir en el ambiente. La fogata animaba las sombras y el sentimiento de seguridad era suficiente para Galia. Hasta el momento todo iba bien, desde su lugar, sin separarse de Ania miraba, escuchaba, olía… las chicas danzaban dejando ver sus siluetas, pero ella esquivaba miradas, bajaba la cabeza de vez en cuando tratando de concentrarse en algo más allá del momento, algo la llamaba en su interior pero no podía entender qué. De vez en cuando cruzaba mirada con varios jóvenes, aunque para ella sólo había seis caras familiares, ver todo aquel grupo la hacía dudar por momentos si sería capaz de adaptarse algún día a esta comunidad, era como intentar ser parte de algo y de nada al mismo tiempo.
Lui andaba cerca y él tenía que ser definitivamente uno de los pretendientes que insinuaba Ania, se sentía observada en exceso por él, no sabía si lo notaba más por que para ella era una cara familiar o simplemente por que ella había logrado ver en él, algo que podía serle de su interés. En algún momento de la noche Lui logró situarse al lado de ella, siendo parte de la conversación que mantenía el resto del círculo.
- Me presento formalmente, soy Lui. - Galia encontró aquel un gesto bastante amable.
- Galia, ese es mi nombre… - dijo un poco insegura.
-Sí, creo que ya es bastante murmurado - aquel comentario no fue del todo cómodo para Galia, quien no pudo evitar que se le escapara una mueca -no era mi intención hacerte sentir incómoda con el comentario, sólo quería decir…pues…que…
-No te preocupes, entiendo la idea, soy la novedad del pueblo…
-Espero encontrarte pronto en clases, ya sabes tus horarios ?
-Me los entregaron, sí… pero no los he visto con detalle…
-Uau, sí tienes bastante que hacer en casa parece, creí que ya habían desempacado…
-Uno nunca sabe todo lo que guarda en los cajones… -Galia se empezaba a sentir incómoda con la conversación, pero no sabía cómo darle término, ¿Cómo decirle a un extraño las razones verdaderas de su ausencia?
Repentinamente la noche parecía más clara a sus ojos, la brisa traía un olor peculiar, el bullicio cesó un par de segundos, giró su cabeza y pudo observar cómo todos alzaban su mirada hacia el cielo, al unísono escuchó un aullido, su garganta se sentía abultada, escondía un grito a medio camino, un grito que no sabía si era capaz de convertirse en aullido, un sentimiento que no había experimentado antes la envolvió, podía sentir electricidad recorriendo sus extremidades, de un minuto a otro podía escuchar rasguidos, crujidos, gruñidos, la voz de Ania susurró en algún lugar algo que le provocó malestar y su instinto hizo lo que sabía hacer, protegerse, buscar una salida. A los pocos segundos corría frenéticamente hacia las luces de las pequeñas casas de maquetas que se divisaban desde el bosque, pudo ver cómo su madre se asomaba a la puerta para abrirla en el preciso momento que la atravesaba, refugiándola. Un canto de aullidos invadió el cielo.
- Recuerdo cuando andaba en las mismas que ellos, son grandes días, luego asumes más responsabilidades y no puedes salir aullando cada fin de semana -la voz de Alioth provenía de la cocina, la trajo a la realidad de golpe y por breve segundos la desconcentró del dolor que empezaba a sentir, se separo levemente de su madre y la miró a los ojos.
- No me siento bien… y no es lo mismo que sentí allá, no es incomodidad, no sé qué es.
- Yo sí hija, pero calma, todo estará bien y estoy aquí para ayudarte. Dolerá un par de días y se irá, es aguantable.
Cada minuto que pasaba sentía los músculos de su cuerpo más adoloridos, por momentos la sensación parecía ser eterna, algunos de sus músculos aunque no los veía moverse, sentía como si los estrujaran, era peor que tener un calambre o un engarrotamiento, llegaba al punto de paralizar su cuerpo por algunos instantes.
- Vamos hija, te llevaré a tu habitación, es hora que descanses.
Su madre se acercó a la ventana la cual golpeó suavemente, Alioth le había comentado que estaban hechas con un material resistente y nadie podría entrar ni salir si sabías cerrarla para ese fin. Galia se sintió un poco encarcelada pero el pensamiento fue fugaz, el dolor la volvía a invadir y en ese momento aquellas ventanas le daban un sentimiento de seguridad.
Su cabeza no pensaba bien y el tiempo pasaba lentamente, no podía conciliar el sueño y su madre la había estado visitando constantemente.
- Toma esto hija, te ayudará a dormir. -No quiso preguntar qué es, lo tomó lo más rápido que pudo y alcanzó a recostarse nuevamente antes de olvidarse de todo.
Lui andaba cerca y él tenía que ser definitivamente uno de los pretendientes que insinuaba Ania, se sentía observada en exceso por él, no sabía si lo notaba más por que para ella era una cara familiar o simplemente por que ella había logrado ver en él, algo que podía serle de su interés. En algún momento de la noche Lui logró situarse al lado de ella, siendo parte de la conversación que mantenía el resto del círculo.
- Me presento formalmente, soy Lui. - Galia encontró aquel un gesto bastante amable.
- Galia, ese es mi nombre… - dijo un poco insegura.
-Sí, creo que ya es bastante murmurado - aquel comentario no fue del todo cómodo para Galia, quien no pudo evitar que se le escapara una mueca -no era mi intención hacerte sentir incómoda con el comentario, sólo quería decir…pues…que…
-No te preocupes, entiendo la idea, soy la novedad del pueblo…
-Espero encontrarte pronto en clases, ya sabes tus horarios ?
-Me los entregaron, sí… pero no los he visto con detalle…
-Uau, sí tienes bastante que hacer en casa parece, creí que ya habían desempacado…
-Uno nunca sabe todo lo que guarda en los cajones… -Galia se empezaba a sentir incómoda con la conversación, pero no sabía cómo darle término, ¿Cómo decirle a un extraño las razones verdaderas de su ausencia?
Repentinamente la noche parecía más clara a sus ojos, la brisa traía un olor peculiar, el bullicio cesó un par de segundos, giró su cabeza y pudo observar cómo todos alzaban su mirada hacia el cielo, al unísono escuchó un aullido, su garganta se sentía abultada, escondía un grito a medio camino, un grito que no sabía si era capaz de convertirse en aullido, un sentimiento que no había experimentado antes la envolvió, podía sentir electricidad recorriendo sus extremidades, de un minuto a otro podía escuchar rasguidos, crujidos, gruñidos, la voz de Ania susurró en algún lugar algo que le provocó malestar y su instinto hizo lo que sabía hacer, protegerse, buscar una salida. A los pocos segundos corría frenéticamente hacia las luces de las pequeñas casas de maquetas que se divisaban desde el bosque, pudo ver cómo su madre se asomaba a la puerta para abrirla en el preciso momento que la atravesaba, refugiándola. Un canto de aullidos invadió el cielo.
- Recuerdo cuando andaba en las mismas que ellos, son grandes días, luego asumes más responsabilidades y no puedes salir aullando cada fin de semana -la voz de Alioth provenía de la cocina, la trajo a la realidad de golpe y por breve segundos la desconcentró del dolor que empezaba a sentir, se separo levemente de su madre y la miró a los ojos.
- No me siento bien… y no es lo mismo que sentí allá, no es incomodidad, no sé qué es.
- Yo sí hija, pero calma, todo estará bien y estoy aquí para ayudarte. Dolerá un par de días y se irá, es aguantable.
Cada minuto que pasaba sentía los músculos de su cuerpo más adoloridos, por momentos la sensación parecía ser eterna, algunos de sus músculos aunque no los veía moverse, sentía como si los estrujaran, era peor que tener un calambre o un engarrotamiento, llegaba al punto de paralizar su cuerpo por algunos instantes.
- Vamos hija, te llevaré a tu habitación, es hora que descanses.
Su madre se acercó a la ventana la cual golpeó suavemente, Alioth le había comentado que estaban hechas con un material resistente y nadie podría entrar ni salir si sabías cerrarla para ese fin. Galia se sintió un poco encarcelada pero el pensamiento fue fugaz, el dolor la volvía a invadir y en ese momento aquellas ventanas le daban un sentimiento de seguridad.
Su cabeza no pensaba bien y el tiempo pasaba lentamente, no podía conciliar el sueño y su madre la había estado visitando constantemente.
- Toma esto hija, te ayudará a dormir. -No quiso preguntar qué es, lo tomó lo más rápido que pudo y alcanzó a recostarse nuevamente antes de olvidarse de todo.
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